A raíz de la Campaña de Egipto de Bonaparte, los artistas del siglo XIX quedaron fascinados por Oriente y, en particular, por los harenes que estaban tan alejados de la cultura occidental.
Estos lugares sirvieron rápidamente de pretexto para dibujar los cuerpos lánguidos de mujeres desnudas, cuya representación en cualquier otro contexto hubiera sido intolerable.