A lo largo de su vida, el artista visionario Édouard Manet (1832-1883) se esforzó por dejar atrás las convenciones de la pintura de su época. Pinturas de género, paisajes marítimos, naturalezas muertas o retratos: para Manet, la pintura siempre ha sido la representación de la realidad. Sus obras dan testimonio de una profunda sensibilidad. Aunque nunca recibió el reconocimiento que buscaba durante su vida, al menos la posteridad reconoció su merecido lugar en el círculo de los grandes artistas.