La restauración conserva y revela o restituye el valor y las cualidades estéticas o históricas de las edificaciones antiguas.
La contaminación, el viento, la lluvia, los hongos, las bacterias y la acción del ser humano son los principales factores que dañan y alteran la composición física y orgánica de un gran número de construcciones, sobre todo de las que tienen una tradición histórica.