Los dos imperios más desarrollados de la América precolombina (la Triple Alianza en el valle de México y el Tawantinsuyu en los Andes sudamericanos) tuvieron un acercamiento con la muerte vinculado siempre a lo sobrenatural y a la dependencia con lo divino. Ambos coincidieron en instituir un estructurado sistema ceremonial que, entre otros propósitos, respondía a las solicitudes de sacrificio provenientes de sus dioses.