El reformador francés Juan Calvino perteneció a la segunda generación de la Reforma del siglo XVI, después de Lutero y Zwinglio. La gran capacidad que tuvo para hacer de su trabajo religioso y teológico en Ginebra un punto de referencia ineludible para comprender el avance de ese movimiento lo convirtió en un personaje contradictorio y polémico. Ensalzado y atacado por igual, después de 500 años de su nacimiento, se le sigue estudiando en todos los aspectos imaginados a fin de comprender los alcances de su labor y la importancia de su legado. Son numerosas las comunidades cristianas que reivindican sus ideas y creencias y, al mismo tiempo, los analistas que exhiben sus polémicas afirmaciones y prácticas.