De Quincey acierta a poner en práctica avant la lettre los preceptos esenciales de Macel Schwob, para el arte de la biografía como género artístico, y que se sintetizan en la presentación de detalles significativos, magnificados por procedimientos técnicos de la escritura. Sus ilustraciones del granito de arena en la uretra de Cromwell o de la nariz de Cleopatra son inolvidables.