Arendt, Habermas y Rawls han marcado tres comprensiones de los público -de sus instituciones y de sus procesos- que, en el juego de sus discusiones mutuas y entrecruzadas, se han convertido en tres posiciones polares. Las tres, no obstante, comparten un diagnóstico y una propuesta: la racionalidad que se propone como la medularmente constitutiva del espacio público, ha de entenderse como una racionalidad reflexiva.