Michael Jackson murió el 25 de junio de 2009 en Los Ángeles de una sobredosis de propofol y benzodiazepinas. Para entonces, su agotamiento, paranoia y mala salud eran un secreto a voces; de algún modo, era como si ya llevase muerto un tiempo y la muerte real no fuera sino un gran final dramático con el que se coronaba una existencia que, desde muy temprana edad, estuvo marcada por el talento y el estrellato, pero también por la infelicidad y la polémica: sus operaciones, el color de su piel y, muy especialmente, las gravísimas acusaciones de pederastia. Con la distancia que procuran los diez años desde la muerte de Jackson –diez años durante los cuales la controversia se ha impuesto al mito–, Paul Morley reflexiona sobre la cultura mediática y nuestra obsesión con las celebridades; sobre el modo en que convertimos a la mayor estrella infantil de finales del siglo xx en un monstruo grotesco; sobre cómo su decadencia puso banda sonora al final del pop y de la industria musical tal como se concebían hasta ese momento; sobre cómo su música, en su día asombrosamente moderna y funky, acabó siendo subsidiaria del disfuncional espectáculo freak de ver a un hombre desintegrarse, literalmente, ante nuestros ojos. Erudito y provocativo, ¿Quién mató a Michael Jackson? documenta una tragedia tan shakespeariana que llegó a sepultar el legado del último de los grandes iconos del espectáculo, desbrozando el mito a cuchilladas.