¿Por qué a algunas personas les sigue chirriando que una niña juegue al fútbol o que un niño se disfrace de princesa? Si nos ponemos las «gafas violeta», comprobaremos cuánto influyen todavía los estereotipos de género en nuestras expectativas y comportamientos. Y las niñas y niños son especialmente sensibles a las palabras y las expectativas de su entorno. La clave está en ofrecerles una educación igualitaria, que cree nuevos horizontes e imagine nuevas posibilidades.