No hay un solo curso de agua, ni un solo árbol, ni una piedra, ni un objeto que no sea receptáculo de una forma de conciencia y de inteligencia. Animales y humanos no son los únicos en haber sido modelados por los dioses. Todos estos elementos, sea cual sea el reino al que pertenecen, son fruto de una voluntad superior que puede ser alterada por la intervención de espíritus benéficos o, por el contrario, malévolos.