En su libro El principito, Antoine de Saint-Exupéry relata que cuando era niño, al dibujar una boa que digería un elefante, preguntaba a los adultos si no sentían temor ante tal escena. A lo que los adultos respondían: "¿Por qué habría de asustar un sombrero"? Concluía Saint-Exupéry: "los adultos siempre necesitan explicaciones. Muchas veces escuchamos decir que sólo existe una línea sutil entre la realidad y la fantasía. Tal vez esa línea esa es más bien un garabato entrecruzado.