Beatriz Rivas nos lleva a Santa Helena, la morada definitiva de Napoleón Bonaparte. No es difícil acompañar en el exilio al hombre de Estado, al patriota, al general y estadista. Desterrado y virtualmente prisionero en la isla de Santa Helena, Napoleón Bonaparte dicta todas las mañanas sus memorias, consciente de que las manipula de acuerdo con la imagen de gloria que desea legar a la posteridad.