Cuando la abuela Lupita llega a la unidad habitacional, es una lata: nadie sabe por qué se hace llamar la abuela ni con qué autoridad quiere establecer un nuevo orden en la familia Santoyo. Mientras intentan deshacerse de la curiosa señora, ella empieza a introducir cambios en toda la unidad. Poco a poco los vecinos empiezan a vivir mejor con esos cambios, hasta que un día la abuela se va tan intempestivamente como llegó.