¿Sería capaz de recitar de memoria las capitales de los países del mundo, los primeros cien decimales del número Pi? ¿Y los primeros cuarenta? ¿Las montañas más altas, los escritores ganadores del Premio Nobel? Quizás en este momento esté pensando en responder con una carcajada: ¡Imposible! Pero la realidad es que se equivoca.