Cuando el músico callejero James Bowen encontró a un gato pelirrojo herido acurrucado en el descansillo de su piso, no podía imaginar hasta qué punto su vida iba a cambiar. James vivía al día en las calles de Londres y lo último que necesitaba era una mascota. Sin embargo, no pudo resistirse a ayudar a un gato tan listo, al que bautizó como Bob.