Las perdidas, ausencias, despojos, finales, fracasos, cambios, frustraciones, engaños, decepciones, desesperanzas, etc., son experiencias inevitables en la vida de todos los seres humanos, y por lo general afectan y modifican algunas de nuestras circunstancias. ¿Cómo y con quién hablar sobre estas adversidades? ¿Cómo hablar de ellas en un mundo lleno de frivolidad, hedonismo y consumismo? ¿Cómo manifestar o dar atención al dolor emocional en una sociedad donde lo prioritario es la optimización del tiempo y los recursos materiales?
En este contexto, la respuesta común de la gente ante una pena es atender rápida y prácticamente sus efectos físicos y materiales, para continuar viviendo “como si nada hubiera pasado”, sin considerar que las heridas sentimentales pueden requerir de mucho tiempo para sanar adecuadamente.
¿Qué hacer o cómo actuar ante la gama de posibilidades reacciones que se dan en quienes resultan afectados por un cambio importante? ¿Qué hacer cuando frases, dichos, refranes y palabras de consuelo no son suficientes para aliviar el dolor sentimental?