Es una provocadora nata, capaz de bajarles los humos a la mayoría de sus conciudadanos y de reírse de cualquier situación: la búsqueda de apartamento, las facturas de teléfono impagadas, un viaje, las firmas de libros, el dormir (o no dormir) a horas indecentes, las ansias de triunfar, tomar unas copas con celebridades, los buenos restaurantes o la (adulta) educación de los hijos. Por si todavía no lo han adivinado, hablamos de Fran Lebowitz.