En un paraje virgen de Quebec, a orillas de un lago rodeado de bosques y muy alejado de la civilización, se encuentra el monasterio de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups, donde dos docenas de monjes de clausura viven entregados a la contemplación. Cultivan un huerto, recogen los frutos del bosque, son autosuficientes y, sobre todo, cantan. Curiosamente, una comunidad que ha hecho voto de silencio es célebre en todo el mundo por sus salmodias gloriosas del canto gregoriano, cuyo impacto tan profundo en el espíritu del cantor y del oyente es conocido como «el bello misterio».