El gran gusano hediondo se ha enseñoreado de la aldea abandonada y no permitirá que nadie acabe con sus misas negras.
La máquina planchadora ha probado la sangre de una virgen y quiere más, mucho más, y su macabro deseo no se detendrá ante nada. Los amplios maizales imponen a los chicos sus sanguinarios ritos.