Nadie imaginó que Jacinto pudiera desaparecer. Las historias que contaba a la sombra de un viejo árbol daban ritmo y sentido a la vida de todos en su barrio; por eso, cuando su voz se apagó todo se volvió gris. Pero el silencio no dura por siempre, y los cuentos, tarde o temprano, encuentran la forma de volver.