Teo está por cumplir once años y nadie parece recordarlo. Sus padres, Alex y Julia, se encuentran muy ocupados desembalando la mudanza y armando sus propios lugares de trabajo, un taller de inventos y una biblioteca, en la Torre Menguante. Por estos días, Teo ve por primera vez a Luna y, para contrarrestar la indiferencia de sus padres, lo lleva al cumpleaños de Andrés en el piso 22. lo lleva al cumpleaños de Andrés en el piso 22. lo lleva al cumpleaños de Andrés en el piso 22. lo lleva al cumpleaños de Andrés en el piso 22. No, esta repetición no es un error: es que Andrés no puede dejar de cumplir años nunca, y se hace viejito soplando las velas.