Todos en algún momento de nuestra vida sufrimos la pérdida de alguien muy querido o incluso de algo que consideramos muy valioso: nuestros seres más cercanos, la pareja, un amigo entrañable, un objeto muy preciado, una mascota queridísima.
Ante ello es inevitable sentir angustia, tristeza, enojo, culpa o hasta podemos perder la confianza en nosotros mismos.