En el Berlín de 1943 pocos vieron su cara, y nadie supo su nombre. Entre susurros era conocido como Der Schattenmann, La Sombra, un despiadado delator judío que colaboraba con la Gestapo.
En el Berlín de 1943, nadie conocía el nombre de La Sombra. Pero ser visto por este judío despiadado era sinónimo de muerte: colaboraba con la Gestapo en la identificación y delación de otros ciudadanos judíos para condenarlos a los campos de exterminio.