De vez en cuando conocemos a personas que irradian felicidad, parecen saber para qué han venido a este mundo y brillan con luz propia. Todas ellas comparten una trayectoria vital común, que podríamos describir como la silueta de dos montañas: en cuanto terminan los estudios emprenden una carrera profesional, y a partir de entonces empiezan a escalar la ladera que los conducirá al éxito, al estatus social y a la felicidad personal, siguiendo los dictados de nuestra cultura.