Por el momento no hay nadie en la casa, lo que no tiene nada de particular. A las siete, su mamá y su hermano están en el puesto de las gelatinas. Y ella, en un día cualquiera, se levanta, se lava y se pone su uniforme color primero de secundaria. Pero hoy no. Son las siete y está sentada a la orilla de la cama, como quien se sienta en lo alto de un abismo a contemplar el paisaje.