Cuando ejercemos nuestro poder personal, adquirimos presencia, entendida como la capacidad de expresar los propios pensamientos, sentimientos, valor y potencial de manera que resuenen y conecten con los demás. Amy Cuddy, reconocida psicóloga social y profesora de Harvard, afirma que no es necesario experimentar una epifanía espiritual o esforzarse por alcanzar una profunda transformación interior para dominar la presencia.