A nadie sorprenda que una institución como el Museo Iconográfico del Quijote, arraigada en la más honda tradición de la palabra y el pensamiento de la lengua española, acepte el reto de la reflexión contemporánea con ímpetu ciertamente quijotesco.
En los últimos años, al par de sus proyectos registrales, editoriales y museográficos, el Museo Iconográfico del Quijote ha congregado en sus entrañas a los más granado del pensamiento crítico y académico para que comparta, con quienes quieran hacerlo, el desentrañamiento de aquella literatura vigesémica que podría ayudarnos a entender nuestro presente para fraguarnos un futuro mejor, o por lo menos, más digno.
Entre 2012 y 2014, la convocatoria consistió en tres ciclos de conversaciones que funcionan como cajas chinas para la exégesis del mundo a través de los grandes libros y los grandes autores del siglo XX: por un lado, una serie de reflexiones sobre la narrativa latinoamericana; por otro un espacio para pensar novela así llamada occidental en aquel siglo, y por último, un ciclo consagrado a la literatura mexicana escrita en ese mismo y turbulento lapso.