Desde que los seres humanos existen han estado propensos, individualmente o colectivamente, a las enfermedades provenientes de causas físicas o morales. En tanto se vivían las rudas etapas de la vida natural pocos agentes curativos pudieron requerirse, puesto que el modo sencillo de vivir daba lugar a muy pocas enfermedades, pero al alcanzar la humanidad el estado de civilización aumentaron las oportunidades de enfermarse y, en igual proporción, la necesidad de ayuda médica.