En 1929, después de más de 15 años de ausencia, Wittgenstein regresó a la Universidad de Cambridge con ánimo de enfrentar algunas dificultades que el Tractatus logico-philosophicus había dejado sin resolver.
Sorpresivamente, sin embargo, la revisión de su primera gran obra se convirtió, y ello en un periodo relativamente corto de tiempo, en una devastadora crítica, la cual, además, sentó las bases para lo que sería el nuevo modo wittgensteiniano de pensar.