En esa historia, situada en un sanatorio de tuberculosos en los altos de una montaña, el autor creó un increíble microcosmos, reflejo de lo que él consideraba la decadencia de su patria y de toda la civilización europea. El protagonista Hans Castorp, una persona promedio, sin ninguna aspiración a ser héroe, representa al hombre del común, aislado en un medio donde las cosas suceden pero sin que ninguno de los personajes pueda hacer nada para impedir o para avanzar los hechos.