Los hombres no apelan al olvido para deshacerse de los objetos indeseables y arrojan sus pertenencias a la basura en un acto premeditado. Las mujeres buscan la coartada de la desmemoria; o lo que es peor, la del descuido. Los hombres pintarrajean las paredes obligados por el instinto de imprimir la huella de su paso. “¿Quieres pasar un buen rato? Llama al... La tengo grande y poderosa”. Las mujeres parecen menos propensas a la comunicación escrita.