El hombre que se desvive por la gloria póstuma no se imagina que cada uno de los que se han acordado de él morirá también muy pronto; luego, a su vez, morirá el que le ha sucedido, hasta extinguirse todo su recuerdo en un avance progresivo, a través de objetos que se encienden y se apagan." He aquí un ejemplo de la fatuidad del hombre y de su necia búsqueda de fama y prestigio.