Epicteto, un esclavo que tuvo que exiliarse de Roma precisamente por sus ideas filosóficas, nos ha legado sus consejos para hallar la tranquilidad de espíritu conociéndonos a nosotros mismos y a la naturaleza. Aquí se encuentra condensada la regla de oro de la filosofía estoica: el secreto de la felicidad y de nuestra plenitud depende solo de nosotros; se basa en nuestra capacidad para centrarnos en lo que podemos cambiar y aceptar lo que escapa a nuestro control.