Un buen hijo se hace, no nace, ya que la primera educación que éste recibe es en el hogar, por medio de la imitación. El aprendizaje de las buenas costumbres comienza desde la infancia y éstas resultan indispensables en la vida diaria. Tenemos que sembrar la semilla de la cortesía y la amabilidad; tener buenos modales consiste en tratar a los demás con respeto. El amor siempre está acompañado de los valores y la educación; por eso, un niño que sabe respetar y comportarse es más querido y aceptado por todos.