Dicen que nada sucede por casualidad, que cada persona llega a nuestra vida con un objetivo y nos trae un aprendizaje. Están quienes se quedan por mucho tiempo a nuestro lado y quienes se van pronto para seguir con su propio camino. Lo cierto es que todos dejan una huella que, en ocasiones, puede ser imborrable. Cuando esa clase de personas ya no están, el vacío se hace inmenso y seguir resulta doloroso. Rafael lo ha entregado todo por amor. Lo único que le queda es el vacío que deja la ausencia de alguien a quien amó con todas sus fuerzas; los recuerdos, que algunas veces reconfortan, pero que también duelen; las preguntas sin respuestas y los sentimientos contradictorios a los que se ve enfrentado tras el abandono. Cuando las historias de amor fracasan, llueven los «quizá».