Cuando surgen nuevos asuntos, se necesitan nuevas palabras en aras de la claridad del lenguaje para evitar la confusión inherente a los múltiples significados de los mismos términos. Por ejemplo, las palabras espiritual, espiritista y espiritismo tienen cada una un significado bien definido. Dar a cada uno de ellos un nuevo significado para aplicarlo a la Doctrina de los Espíritus sería multiplicar las ya numerosas causas de ambigüedad.