Mi relación con la psicología es como una pequeña historia de amor y confieso que, cuando me licencié en el año 1992, no creía mucho en su poder para cambiar a las personas. No fue sino hasta que volví a estudiar el trabajo del famoso psicólogo Albert Ellis, unos años más tarde, que empecé a comprender el impacto que el propio pensamiento podía ejercer sobre la mente de las personas. Lo comprobé conmigo mismo y, con un poco de trabajo mental, logré cambiar mis emociones. ¡La psicología funcionaba!