El nombre Lázaro Cárdenas se convirtió en un símbolo. Es inevitable que al pronunciarlo se piense en la Revolución de 1910, en la expropiación petrolera y la construcción del México moderno, en la idea de soberanía y la noción misma de lo épico.
Pero esa metáfora encubre toda la complejidad de Lázaro Cárdenas del Río, un hombre de carne y hueso que tuvo una existencia extraordinaria, trepidante y asombrosa, plena de sutilezas y claroscuros.