Kei es un niño apasionado de la mitología griega, su nombre significa “fuerza espiritual” en japonés. Su madre es mexicana y su padre japonés. Por cuestiones de trabajo su padre no vive con ellos pero cuando lo ve le dice que tiene que “unir los mundos”: oriente y occidente. Un día Kei se enferma y no va a la escuela, pero acompaña a su mamá al mercado en donde le llama la atención un puesto de relojes, se acerca y hombre que lo atiende enigmáticamente le regala uno. Kei maravillado con el objeto, mueve las manecillas cuando repentinamente un trueno suena y lo transporta en el tiempo a un lugar lejano: la isla de Rodas.