El primero de febrero de 1887, el navío Lady Vain naufragó tras colisionar contra un pecio. Tras no encontrar restos y ninguna señal de vida, se dio por muerta a la tripulación completa.
Sin embargo, once meses después, un joven, llamado Edward Prendick, que había naufragado de El Lady Vain, fue rescatado de un pequeño barco que se encontraba a la deriva en el vasto océano.