Lo que aquí veras nunca lo has visto y necesitas caminarlo con los pies descalzos y los ojos como nuevos y una risa suave que no tenga ni espinas ni el filo de los cuchillos. Una risa como puente, porque los puentes son para eso, para ir y venir sobre los abismos, y arribar sano y salvo, sanando y salvando, al otro lado.