En cualquier momento de nuestra vida podemos ser el malvado, el cobarde, aunque también el otro, el héroe, el santo. Lo cierto es que mientras exista el asombro, existirá la esperanza.
Si Octavio Paz reivindica el olvidado asombro de estar vivos, María Emilia Chávez Lara nos lleva, de pasmo en pasmo, por un mundo de maravillas, espantos y monstruos que podrían ser nuestra otredad, nuestro espejo.