En mayo de 2012, Neil Gaiman se subió a una tarima universitaria para pronunciar el discurso de graduación. Durante los siguientes diecinueve minutos expuso a los estudiantes sus ideas sobre la creatividad, el coraje y la entereza. Los animó incumplir las normas, a pensar sin trabas ni barreras. Los incitó a cometer errores sin someterse a la dictadura del éxito. Les mostró las victorias del fracaso.