Ya no hay tierras que descubrir, ni monstruos que capturar. Es posible que mucho antes de que comenzara el siglo XX se hubieran desenterrado todos los tesoros y explorado todas las naves hundidas. Pero si uno construye una embarcación es para ir a algún lado, para navegar y, tal vez, descubrir que en nuestros sueños se hall an las piezas faltantes del rompecabezas de la vida. En sus sueños, Emilio, como capitán de su propia nave, descubrirá hacia dónde debe enfilar el rumbo de su vida.