Mi maestro, Rav Brandwein, me llevó a su estudio privado. Me dijo que tenía algo importante que decirme y quería que prestara mucha atención. Cerró los ojos por un momento para enfocar sus pensamientos, lo cual hacía muy a menudo cuando estaba concentrándose. “Una vez, Rav Áshlag me dijo que aparecería alguien que explicaría sus libros de forma completa y perfecta; tan perfecta, que llevaría a todo el mundo de nuevo a la espiritualidad.