En la figura de Segundo Sombra se presenta el arquetipo del gaucho, enamorado de su libertad. Por medio de la conciencia de su propio valor y dignidad, impone su presencia por derecho propio a pesar del laconismo característico del hombre de campo.
Las vívidas descripciones de las tareas rurales constituyen la más acabada acuarela costumbrista de la época, exaltando los valores de nobleza, valentía y amistad viril.