Este libro se resiste al resumen o la descripción porque rebasa los límites de las materias que trata, porque el conjunto es mayor, mucho mayor, que la suma de sus partes. Aira le arroja al lector una apuesta radical: devolver el lenguaje al centro de la escritura y conducir al escritor hasta un territorio con frecuencia abandonado, el de la conciencia curiosa y dubitativa, el de una subjetividad que explora el mundo y proclama sus asombros.