Charlie está en la casa de Leopoldo celebrando el cumpleaños de éste. Todos los niños deciden jugar a la gallina ciega y a Charlie le toca el primer turno de vendarse los ojos. Sin darse cuenta, se sale del jardín de la casa de Leopoldo y vendado recorre el vecindario; como no ve, le pellizca el trasero a una señora; cree que un melón es la cabeza de su amigo; y le hace cosquillas a un señor que carga un vidrio.
Felizmente, la perrita Zora lo devuelve sano y salvo a la casa de Leopoldo.