EN 1919, AL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, FRANZ KAFKA ESCRIBIÓ SU CARTA AL PADRE. NO LA DEJÓ SÓLO EN MANUSCRITO, COMO HUBIERA SUCEDIDO SI REALMENTE PENSARA ENVIARLA A SU DESTINATARIO, SINO QUE LA HIZO PASAR A MÁQUINA Y CORRIGIÓ PERSONALMENTE LAS PRUEBAS, COMO SI TUVIERA LA PLENA ENTENCIÓN DE DARLA A LA IMPRENTA, AUNQUE SÓLO SE PUBLICÓ PÓSTUMAMENTE.