¿Qué más queda entonces por decir? Esta novela no intenta revivir el Imperio mexicano con datos fehacientes ni héroes empolvados por la gloria. Lo que aquí se ofrece es otra cosa: un testimonio alucinante narrado por una cortesana que ha perdido la razón, y que desde ese margen turbio reconstruye la figura esquiva de la emperatriz Carlota. Una loca narrando a otra loca. Tampoco se trata de una novela histórica en el sentido convencional.